martes, 31 de enero de 2012

DESOLACIÓN EN EL CAOS

 Torcido y mal herido es un ego que ante tanto hincapié crece a ciegas sin medir la discordia que causa a su desmedido eco, que cree escucharse y llenarse de elogios sin haber visto la verdad, sin saber si quiera que la aglutinación de sus moléculas están estrictamente saboteadas por el verosímil  aullido de la nada.


Lúgubre a sombras te desplazas creciendo en lo fútil y acabado de tu existencia, esparciendo a tu paso histeria y calamidades que solo tu sombría aura sabe desdeñar,. Vilipendios que se transforman en tu ente, en tu decir, en tu esencia frígida y retorcida de un invierno que yace en tu memoria pero que te es difícil recordar es por ello que atañes y destruyes todo lo que tocas pues quieres superar esas carencias que te mitigan y a la vez hacen tu desesperación para ser escuchado. No brillas por ti solo, no luces para nadie, no calientas ni manifiestas agrado lo único que sabes es marchitar para relucir entre la escoria, escoria que florecen de tu yo interior, no quieres aceptarte y mucho menos reconocer que estas errado... no quieres soltar el poder, que se te derrumba, pues tu reino es de fantasías.

Fluctúas de las cloacas y deleitas los retorcidos fanales sin luz, escoges y agrupas a tu argolla por el mismo medio de tu identidad, falsos idólatras carecientes de sentido propio, husmeando en el sincope de la nada y oscilando de la vista agazapada de la realidad invertida, creyentes de dios paganos prestos a sus servicios del alma negra. El verte es dar con el reflejo de lo absurdo con el lecho de lo inevitable al vómito negro, no ves la luz que te llama pues estas presto a la mediocridad, no escuchas las plegarias a tu redención pues estas febril por musitar los rugidos de la insolación. No quieres nada más que embaucar y transgredir, pues quédate atento que el fin es venidero y la justicia divina ya no habrá más tiempo en que dure tu marchito impero, ya no habrá más reglas que germinen la embustera sonrisa, ya no habrá nada más pues la desolación es venidera y esta corregirá las notas sofocadas del desprecio para armar en sí sola una sinfonía descomunal.

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